
Perdón y reconciliación: El verdadero sentido de la navidad
La Navidad es, en su núcleo, un recordatorio de ese ministerio divino. Dios, en Su infinita bondad, se acercó a nosotros a través de Su Hijo Jesús para reconciliarnos con Él
La Navidad es una temporada especial; para muchos, es un tiempo de luces, regalos, canciones y reuniones familiares. Sin embargo, el verdadero sentido de la Navidad va mucho más allá de las tradiciones y celebraciones; en su esencia, la Navidad es una llamada a la reconciliación, tanto con Dios como con nuestro prójimo, y es el momento para reflexionar sobre el perdón que se nos ha ofrecido a través de Jesucristo.
En este mundo marcado por el resentimiento, la distancia emocional y los conflictos, el mensaje de la Navidad es una invitación a reconstruir, restaurar y sanar. Es un momento para recordar que la reconciliación no es sólo una posibilidad, sino una necesidad para vivir en libertad, paz y propósito.
El ministerio de la reconciliación: El apóstol Pablo lo expresó claramente en 2ª Corintios 5:18-19:
“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; es decir, que en Cristo Dios estaba reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros el mensaje de la reconciliación”.
La Navidad es, en su núcleo, un recordatorio de ese ministerio divino. Dios, en Su infinita bondad, se acercó a nosotros a través de Su Hijo Jesús para reconciliarnos con Él. A través de Su sacrificio en la cruz, se rompió la barrera del pecado que nos mantenía separados de la presencia de Dios.
El mensaje de la reconciliación no termina en nuestra relación con el Creador. También nos invita a mirar a nuestro alrededor y reflexionar sobre nuestras relaciones humanas. Como creyentes, nuestro testimonio es incompleto si solo pensamos en nuestra relación personal con Dios, sin considerar la llamada a reconciliarnos con nuestro prójimo.
Un acto de amor y valentía: La reconciliación con nuestro prójimo es a menudo una tarea difícil. Implica soltar el orgullo, el resentimiento y las barreras emocionales que hemos construido a lo largo del tiempo. Sin embargo, es un paso necesario para vivir en paz y experimentar la libertad que Cristo nos ofrece.
En el Nuevo Testamento, encontramos enseñanzas prácticas sobre cómo vivir en paz con aquellos que nos rodean:
“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18).
El perdón no significa ignorar el daño, ni tampoco justificar actitudes equivocadas. Más bien, es una decisión consciente de liberar nuestro corazón de la amargura y elegir el amor, siguiendo el ejemplo de Cristo. Él nos enseñó que el perdón es el camino hacia la verdadera libertad:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
Así como Cristo nos perdonó, también debemos perdonar a aquellos que nos han herido. Este acto de fe y obediencia no solo restaura relaciones, sino que también transforma nuestro propio corazón. En el proceso de perdonar, encontramos que el peso de la culpa y el resentimiento se disipan, y nuestra alma es renovada.
El perdón, una decisión diaria: El perdón y la reconciliación no son eventos pasajeros; son decisiones que debemos tomar diariamente. Cada vez que elegimos perdonar, rompemos cadenas, restauramos el propósito de nuestras relaciones y reflejamos el amor de Cristo a los demás.
La verdadera Navidad nos invita a cerrar capítulos pendientes, a sanar relaciones rotas y a hacer la paz con aquellos con quienes hemos tenido desacuerdos, conflictos o distancias. No esperemos que el otro dé el primer paso. La Navidad es una oportunidad para dar el primer paso con humildad y amor, confiando en que el poder de Dios nos sostiene.
Jesús dijo en Mateo 5:9: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
Ser pacificadores en nuestro hogar, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad y con aquellos con quienes hemos estado en conflicto, es una manifestación tangible de nuestro compromiso con el mensaje de Cristo.
¿Con quién debes reconciliarte?: Este es el momento para reflexionar en lo personal. Tal vez tengas una relación rota con un familiar, un amigo, un compañero de trabajo o incluso contigo mismo. La Navidad es el tiempo perfecto para tomar la iniciativa, para dar ese paso de fe, de amor y de perdón.
La reconciliación puede comenzar con una llamada, una carta, una conversación o simplemente con una oración desde el corazón. No se trata de ser perfectos, sino de ser obedientes al llamado de Dios. Cuando tomamos la decisión de restaurar nuestras relaciones, no solo sanamos nuestras heridas emocionales, sino que también permitimos que el amor de Cristo brille a través de nuestras acciones.
La Navidad es un llamado a vivir en el poder de la reconciliación. No es sólo un momento para recordar la historia de un pesebre, una estrella y unos pastores, sino también una invitación a vivir esa historia en nuestro día a día. Jesús nació para reconciliarnos con Dios, pero también para enseñarnos a reconciliarnos con los demás.
¿Con quién necesitas reconciliarte hoy? Tal vez sea una relación rota que llevas cargando, un corazón herido que aún guarda resentimientos, o una decisión no tomada. Esta Navidad, elige soltar el peso, elegir el perdón y dar ese paso hacia la paz.
Como dice el apóstol Pablo en Efesios 4:32: “Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios os perdonó en Cristo”.
Que el perdón sea el regalo que ofrezcas y recibas en esta temporada. Al hacerlo, te conviertes en un testimonio viviente de la obra redentora de Cristo, mostrando al mundo que la verdadera paz comienza cuando nos reconciliamos con Dios y con nuestro prójimo.
Que esta Navidad sea una oportunidad para que el perdón transforme tu corazón y tu hogar, y que puedas vivir en paz y esperanza a partir de hoy.
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2:14).
Milena Constanza Varón, Jaime Alberto Garzón
Pastores Comunidad Cristiana Bogotá
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